Lo que 11 presidentes de Estados Unidos, 683 intentos de asesinato de la CIA y la criminal conspiración de cientos de terroristas gusanos anticastristas de Miami no pudieron lograr, la Muerte finalmente lo hizo y se abatió sobre el Comandante de la Esperanza, Fidel Castro, a quien los jóvenes de mi generación considerábamos casi inmortal. 

Parafraseando al poeta Romualdo, el humillado imperio estadounidense y el brazo asqueroso de la CIA quisieron matarlo y no pudieron matarlo porque Castro ya era una leyenda y las leyendas no mueren. Y de este modo, Castro ingresó en el libro de los Récords Guinness como la persona a la que más veces han intentado asesinar.

Ni las balas, los explosivos, el veneno, ni ningún otro medio lograron quitarle la vida, luego del triunfo de la Revolución Cubana, y el gobierno estadounidense se empeñó afanosamente en asesinarlo pues lo consideraba la principal amenaza para los intereses de Estados Unidos en América Latina.

Fidel llevaba mucho tiempo haciendo historia y, ahora, después de su fallecimiento este viernes 25 en la noche, su gigantesca figura se quedará en ella para siempre.

Pocos hombres conocieron la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia. Fidel es uno de ellos. Perteneció a esa generación de insurgentes míticos – Nelson Mandela, Patrice Lumumba, Amílcar Cabral, Che Guevara, Camilo Torres, Luis de la Puente Uceda, Turcios Lima, Ahmed Ben Barka – quienes, persiguiendo un ideal de justicia, se lanzaron en los años 1950 a la acción política con la esperanza de cambiar un mundo de desigualdades y de discriminaciones.

Él es el maestro, el líder y la inspiración de millones de latinoamericanos de mi generación. Gracias a Fidel aprendimos que el arrogante y poderoso imperio norteamericano no es invencible y puede ser derrotado con las armas de la razón, la justicia y la perseverancia.

Fidel murió a los 90 años y nació un 13 de agosto de 1926 en la localidad de Birán, Cuba. Su vida es la de un revolucionario total, de esos que paren los pueblos latinoamericanos muy de vez en cuando: Túpac Amaru, Bolívar, Sandino, el Che

Su onda es la del impávido David que en Bahía de Cochinos y Angola hizo caer de bruces al militarista imperialismo mundial. Mi comandante compañero, junto con el Che y Camilo Cienfuegos, mediante sus épicas acciones armadas en Sierra Maestra, alumbraron y acompañaron todo nuestro camino juvenil de inconformidad y rebeldía.

Fidel representa el punto cenital más alto de la dignidad latinoamericana frente al imperio.

Luego del triunfo de la Revolución, más de un millón y medio de gusanos anticastristas abandonaron la isla por razones económicas y corrieron a refugiarse en Miami en los brazos del Tío Sam, desde donde organizaron las más feroces conspiraciones y sabotajes contra la isla que los vio nacer. Pero más de doce millones de cubanos se quedaron al lado de Fidel a trabajar en medio del inhumano bloqueo económico impuesto por Estados Unidos.

Castro tenía un saber y conocimiento enciclopédicos. Según algunos historiadores, pronunció cerca de 2 mil 500 discursos –muchos de ellos los dio de pie y duraron más de cinco horas-. Pero en 1959 batió su propio récord: habló durante nueve horas seguidas sin parar.

Su ideología de izquierda lo llevó a participar en actividades revolucionarias desde muy joven, como la sublevación contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en Santo Domingo (1947) y también estuvo presente en el Bogotazo (1948) durante el asesinato del líder popular Eliecer Gaitán.

Procedía de una familia rica, era jurista de profesión (se graduó en la Universidad de La Habana), y defendía gratuitamente a los pobres en los tribunales.

En 1953 lideró un levantamiento armado (el asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba) contra la dictadura del general Batista.

Su frase “condenadme, no me importa, la historia me absolverá”, pronunciada durante el juicio por el frustrado asalto que encabezó contra el Cuartel Moncada, fue la primera de una larga colección de frases que lo hicieron famoso.

Desembarcó en Cuba a finales de 1956 con un contingente de solo 80 hombres a bordo del yate Granma. Entre ellos se encontraban Camilo Cienfuegos, su hermano Raúl y el médico argentino Ernesto ‘Che’ Guevara, a quien había conocido en México. El destacamento pronto sufrió graves bajas y se redujo a 12 personas, contra todo un ejército regular de 30.000 efectivos. 12 hombres que luego se transformaron en todo un pueblo que se trajo abajo a la dictadura batistiana, causando la ira de los ricachones cubanos, la Mafia y el imperialismo estadounidense.

Fidel, fiel a sus promesas, en seguida empezó a hacer realidad sus proyectos de transformación del país. El más importante de todos fue la reforma agraria, que expropió las grandes haciendas para dar medios de vida a los campesinos pobres (1959) y en seguida llegó la nacionalización de los bienes de compañías norteamericanas en la isla (1960).

Pero las medidas pronto tuvieron represalias. El 15 de abril de 1961 ocho aviones de la fuerza aérea estadounidense bombardearon La Habana. Al día siguiente, durante el funeral de las víctimas del cobarde ataque yanqui, Fidel Castro proclamó el carácter marxista-leninista de la Revolución Cubana.

Luego vino la invasión de la bahía de Cochinos, donde desembarcaron cerca de 1,500 mercenarios cubanos de la denominada ‘Brigada 2506’ (pagados, armados y preparados por la CIA). Sin embargo, el ejército revolucionario derrotó a los “gusanos” anticastristas.

Fidel será cremado y sus cenizas recorrerán 13 de las 15 provincias de la isla en una simbólica caravana. Cuba estará de duelo nueve días para despedirlo. Sus cenizas recorrerán la isla por carretera antes de llegar a su destino final, el mayor cementerio de Santiago de Cuba, el 4 de diciembre, en el sentido inverso de la “Caravana de la Libertad”, la misma que llevó a un Fidel triunfante desde Santiago de Cuba hasta La Habana en 1959, cuando doblegó a la dictadura de Fulgencio Batista.

Cuba, pequeño país que defendió con uñas y dientes su soberanía, obtuvo bajo la dirección de Fidel Castro, a pesar del hostigamiento exterior permanente, resultados excepcionales en materia de desarrollo humano: abolición del racismo, emancipación de la mujer, erradicación del analfabetismo, reducción drástica de la mortalidad infantil, elevación del nivel cultural general. Y en cuestión de educación, salud, investigación médica y deporte, Cuba ha obtenido niveles que la sitúan al nivel de las naciones más eficientes y desarrolladas de mundo.

Compañero Fidel, usted cambió al mundo, a su país, y también me cambió a mí.

Por eso, Comandante de la Esperanza, a nombre de mi generación: ¡Descanse en Paz, camarada y maestro!