Cuenta una vieja leyenda celendina que, hace mucho siglos, y enterados del asesinato y ejecución del Inca Atahualpa, en la Plaza de Armas de Cajamarca, un gran número de los súbditos del monarca que traían tesoros desde diferentes puntos del Tahuantinsuyo, arrojaron en la laguna El Perol todos esos embarques de oro para que no cayeran en manos de los codiciosos y taimados españoles. 

Todavía en la actualidad, los celendinos juran que, en un día límpido y soleado, es posible ver aún en el fondo de la laguna el brillo de toda esa riqueza aurífera que allí se arrojó. En este caso, lo que brilla sí es oro.

Pero lo que no pudieron robarse en esa época los ambiciosos españoles, pretende hacerlo ahora una empresa minera extranjera que desafina ambientalmente, pese a tener un nombre musical parecido a la pachanga, mambo y cha-cha-chá. Me refiero al criminal y ecocida proyecto minero Conga de propiedad de la siempre irresponsable Minera Yanacocha.

La diferencia es que esta empresa no sólo quiere llevarse el oro que existe debajo de dicha laguna sino también (y de yapa) el oro de Atahualpa e inclusive TODA el agua que sirve para sustentar la vida de los pobladores, animales y plantas que existen en su zona de influencia.

Ellos quieren apropiarse, de ambos elementos, para darle sentido al deseo del presidente prominero y traidor, Ollanta Humala, de arrasar y desaparecer brutalmente el “oro y agua” a efecto de que no baje el producto bruto interno del país.

La verdadera razón de querer secar y desaparecer para siempre la laguna El Perol, y cuatro lagunas más, es la enfermiza ambición de estos despiadados gambusinos para echarle uña a los depósitos de oro que los duendes ambientales esconden en el fondo de la misma.

Si Moisés dividió las aguas, para que su pueblo viviera, ahora estos irresponsables mineros pretenden dividirnos para lograr sus salvajes propósitos y de este modo esfumar y desaparecer nuestra invalorable agua que es vida.

Dicen que el hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra. Ya dejamos que los españoles nos robaran nuestro oro mediante un baño de sangre.

En la actualidad, seríamos muy animales si dejamos que nos roben por SEGUNDA vez…