Quien no piensa por sí mismo, deja de ser un sujeto y se expone a que la derecha mediática basura lo convierta en objeto. 

En efecto, luego de su domesticamiento mental, el sujeto acrítico se vuelve un objeto de permanente manipulación por la concentrada derecha mediática peruana (El Comercio, ATV, Frecuencia Latina, RPP, etc.). Y a este debilitado sujeto, los comunicadores de la derecha, cual si fueran un torpe oculista, le entregan unos anteojos de gruesos cristales para que perciba diariamente una visión deformada de su miserable realidad.

Los manipuladores mediáticos de la derecha, se comportan así como eximios titiriteros de una humilde y enorme población de zombis, estupidizados por ella y mantenidos convenientemente en la ignorancia y el desinterés políticos.

A su imagen y semejanza, los publicistas mediáticos de la derecha construyen así, perversa y sumamente deformada, nuestra realidad.

El principio cartesiano de “pienso luego existo”, ya no existe. Y el ineducado pueblo sólo “piensa” y repite como un loro los clichés que los “líderes de opinión” de la derecha (Aldo M, Althaus, Vargas, etc.) incrustan en su cerebro como si ello obedeciera a una profunda trepanación craneana.

La derecha mediática también implanta en nuestras conciencias, a través de sus medios, falsos contenidos en los que los victimarios son las víctimas y las víctimas los victimarios.

Asimismo, busca denodadamente convencernos que todo aquello que favorece a las grandes empresas transnacionales es bueno y que, por el contrario, lo que las desfavorece es malo.

Y cultiva peligrosamente la idea intolerante de que quien piensa distinto a ella es un “terruco”, un enemigo de la inversión y del Perú (de un Perú entreguista, claro está).

En pocas palabras, “si no estás con nosotros, estás contra nosotros”.

Sin embargo, la población se da cuenta de esta manipulación. Según una reciente encuesta del Consejo Consultivo de Radio y Televisión (CONCORTV), el 48 % de los peruanos considera que la derecha mediática no les informa adecuadamente y un 69 % cree que ella es manejada por intereses empresariales.

Más claro, ni el agua.